lunes, 28 de diciembre de 2015

Elecciones del 20D: ningún ganador absoluto, todos perdedores relativos

Hemos decidido dejar pasar unos días para realizar un post de análisis de las recientes elecciones del 20D. Lo creemos necesario para dejar a los lectores un pausa tras el aluvión de artículos de opinión, noticias en FB, Tuits de todo pelaje, editoriales de periódicos digitales y en papel, etcétera, etcétera, que habrán desbordado toda capacidad crítica y de asimilación posible. Pues bien, no escribimos el 28D con el afán de elaborar un análisis destinado a los inocentes, sino con una perspectiva crítica -como bien indica el título sobre el que se enmarca- que no tiene porque coincidir con la mayoría de los que se hayan podido realizar fruto de la inmediatez y la falta de tiempo y raciocinio. Y no nos queremos referir a todos aquellos análisis sesgados por la cada vez más fuerte corriente orientadora de los medios escritos, cuya naturaleza está perdiendo día tras día los principios del periodismo crítico, riguroso y veraz, para ser sustituido por los intereses propagandísticos y empresariales en el oficio del periodista.



Queremos subrayar que este análisis se circunscribe a los partidos que se presentan en todas las circunscripciones, dado que los partidos, cuyo representación viene marcada por determinadas circunscripciones provinciales focalizadas en comunidades autónomas, no serán tenidos en cuenta.
Comencemos de derecha a izquierda. Ahora que algunos consideran que estas dicotomías pertenecen al lenguaje y la ideología de lo actualmente se denomina vieja política, puesto que ya pasada la campaña y las promesas vacías vuelve a tener la vigencia que nunca perdió. Esa nueva pretensión de sustituir la dicotomía izquierda-derecha por la "novedosa" casta-ciudadanía ha ido perdiendo fuelle, hasta ser olvidada en el baúl de la verborrea partidista. Se generó con muy buenas intenciones pero ha propiciado una reproducción de la casta a través de un partido-movimiento.

Pues bien, el Partido Popular ha sido el gran derrotado -en términos relativos y absolutos- de estas elecciones. No ya tanto por la pérdida de escaños que ha soportado, sino porque la imagen que ha proyectado sobre la ciudadanía que ejerció el voto es nefasta. Hasta el punto de no depurar sus listas de imputados por casos de corrupción en proceso de condena, como ha ocurrido con el diputado por Segovia. Rajoy salió al balcón de Génova, pero, con los datos en la mano, ya sabía que sería muy difícil volver a ser presidente. Es más, pocos días más tarde reapareció su "gran amigo y valedor" Aznar pidiendo un congreso extraordinario abierto, es decir, en el que pudiesen presentarse sucesores al rey ya caído. Harina de otro costal es estudiar dónde han ido a parar el grueso de los votantes que han huido despavoridos hacia otras opciones políticas.

Continuamos con UPyD cuyo hundimiento ha sido íntegro, dado que ha dejado de tener representación parlamentaria y presumiblemente en no mucho tiempo se disuelva como formación política. En su trayectoria se observa que las divisiones internas y la disparidad de pareceres en el funcionamiento de un partido monotemático como éste, siempre llevan a un resultado trágico. También sería digno de destacar que el locus politico que ocupaba ha sido colonizado por otro partido que, además de defender con más pundonor la bandera de la unidad de España, incorpora a su ideario -débil y difumido como adjetivos más definidores de su esencia- la lucha contra la corrupción y la defensa de la regeneración democrática (Ciudadanos). Otros temas serían su coherencia o sus verdaderas intenciones -ya subrayadas en un post anterior.

Ahora pasamos a reseñar el papel de Ciudadanos. Se podría decir que han cosechado un éxito electoral, siempre y cuando entendamos que ha sido su primera contienda electorial estatal y, por tanto, no existen términos comparativos. No obstante, se han colocado como cuarta fuerza electoral, pero su relevancia en términos de escaños les hace ser menos importantes de lo que serían los escaños obtenidos. Un hecho clave es que si Ciudadanos se hubiese situado como tercera fuerza política la investidura de Rajoy hubiese sido un hecho, al ser facilitada por la abstención de los parlamentarios de este partido, pese a no haber firmado ningún pacto de postelectoral, y rechazando su entrada en tareas de gobierno -propiamente dichas. Por eso, su triunfo es catalogado como relativo, y por debajo de las expectativas que todos los sondeos le pronosticaban, aun habiéndole propinado un mordisco muy dañido al electorado del PP.

Continuamos con el PSOE, cuyo resultado ha sido el más nefasto de su larga historia electoral en la época de la segunda restauración. Sin embargo, la valoración que los dirigentes del propio partido han hecho no parece ser tan lesiva, puesto que las cifras que se manejaban conducían a un sonado batacazo, el cual no se ha producido. El temor a la pasokización o la posibilidad de sorpasso anguitiano se desvanecieron al conocerse los resultados. Pero, por otro lado, ser la segunda fuerza política no les sitúa ante una buena coyuntura. Para acceder al gobierno han de concentrar en torno a sí a un nutrido de apoyos políticos parlamentarios, circunstancia que se antoja lejana por determinados puntos de convergencia con otros partidos, nos referimos fundamentalmente a la cuestión territorial y el nacionalismo español que enarbolan. En un principio, entraban en todas las combinaciones de pactos de gobierno posibles, pero quizá al final el diálogo con Podemos podría ser la excusa perfecta para su giro a la izquierda, eso sí, si los pesos pesados dentro del partido y el comité federal no lo impiden, propiciando así una deriva nada clara para el presente y el futuro próximo del partido con más larga trayectoria en el panorama político español.

El gran vencedor sin comentarios en estos comicios ha sido Podemos. Esta es una afirmación que no permite casi matización. ¿Cómo no va a ser vencedor una fuerza política que sin ningún antecedente se sitúa como tercer partido más votado? Pues sí, claro. Pero, ¿permite este resultado gozar de la relevancia política que sus dirigentes tenían en mente? La respuesta es no. Podemos aspiraba a situarse en el segundo peldaño en los resultados electorales para así poder ubicarse en el centro del tablero político y desplazar así al PSOE de la centralidad política y materializar al mismo tiempo el viejo objetivo del sorpasso anguitiano. No obstante, tanto añadiendo como relativizando el peso de los resultados obtenidos por las mareas de confluencia en Cataluña, Comunidad Valenciana o Galicia solo pueden aspirar a desbancar al PP mediante la pertenencia a un gran pacto de partidos de izquierda con la participación de Izquierda Unida y el apoyo de otras fuerzas de izquierda nacionalistas. Es decir, Podemos es un perdedor relativo al no ser un ganador absoluto, dado que la búsqueda de la centralidad le ha generado marginalidad a la hora de los posibles acuerdos.

Para finalizar, el caso de Izquierda Unida ejemplifica una tremenda desventaja motivada por los efectos de la ley D´hont que sólo les permite obtener una exigua representación en el congreso, perdiendo incluso el grupo parlamentario propio, aunque buscarán la posibilidad de repescar a los diputados de IU dentro de las candidaturas de confluencia. No obstante, su futuro pasa por la integración/confluencia/convergencia -concepto con el que más cómodamente se sientan- en partidos que alcancen mayores cotas de competitividad electoral.

El futuro todavía es incierto, dado que ni siquiera se descarta una nueva convocatoria electoral. Unas elecciones como las del 20D con un nivel de competencia tan alto han propiciado la configuración de un parlamento con un alto grado de fragmentación y que hace necesaria la puesta en marcha de políticas de diálogo entre los partidos, y ese talante hace ya tiempo que abandonó el escenario de la política española. Veremos que nos depara el comienzo del nuevo año, que también es el comienzo de un nuevo tiempo, aunque -como muchos nos hagan pensar- el bipartidismo todavía no ha desaparecido, sí han cambiado muchos elementos nucleares.



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El Taller de AV by Antonio M. Pérez Flores y Víctor M. Muñoz Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.


lunes, 14 de diciembre de 2015

De debates electorales y otras diatribas

Hoy nos hemos despertado con la noticia que informa que el Presidente del gobierno elude el debate electoral en la televisión enviando a su segunda, Soraya Sáez de Santamaría, a enfrentarse cara a cara a los primeros espadas de los partidos rivales. Como siempre, Mariano en su habitual ejercicio de soberbia no quiere retarse, ni tan siquiera verse las caras, ni mucho menos debatir con los otros partidos. ¿Quiénes son esos que no tienen ni siquiera representación parlamentaria y son fruto de los escarceos democratizadores y críticos del 15-M? ¿Y esos que cuando llegue la hora de la verdad vendrán a rendir pleitesía a los intereses que los han hecho posibles? Bah, a esa gente que vayan mis subaltern@s, y así yo mientras me dedico a una entrevista televisiva en la que conozco las preguntas, mis asesores me preparan las respuestas y el periodista de turno lo tengo en nómina. También puedo dedicarme a pasearme por el suelo patrio de las emisoras del régimen para comentar los partidos de fútbol, que son realmente mi pasión y dejar de lado ese espinoso asunto de la política y las elecciones, que últimamente me traen preocupado.
Esa soberbia puede denotar un alto grado de autocomplacencia sobre su persona, la cual indica que no ha de medirse a segundones y a partidos -exceptuando al PSOE- que no son rivales para él. También puede evaluarse como un ejercicio de desprestigio propio, al poderse interpretar por parte del electorado que no puede debatir con sus oponentes, dado que lo pueden poner en un aprieto. Ojalá pudiera tener también en nómina a los asesores del resto de los asistentes al debate y así poder influir en sus intervenciones, evitando así la posibilidad de pasar malos tragos con sus envites -pensará él. Pero, lamentablemente todavía nuestras redes no llegan a tanto. Ya quisiera.

Quizá Rajoy esté menospreciando los debates electorales televisados y les otorgue un valor mínimo, por el cual considere que no tienen validez para hacer efectivos apoyos electorales. No en vano, y como reza el lema de campaña del Partido Popular, que los prejuicios no te hagan equivocarte. El electorado -en base a su opinión- no tiene ni siquiera que pensar a donde irá a parar su apoyo, puesto que todo lo objetivo y lo subjetivo indican que su opción política es la mejor posible. Bien, pero la ausencia en el debate y una potencial comparecencia ante los tribunales para rendir cuentas por el caso Bárcenas todavía pueden propiciar un nuevo contexto.


Por otro lado, es cierto que todas las encuestas vaticinan su victoria y posterior acuerdo con Ciudadanos, pero el partido todavía hay que jugarlo y las encuestas sólo sirven de foto fija ex-ante del proceso electoral. Los resultados electorales serán los mejores sondeos y validarán o no esos pronósticos. Rajoy espera que en la campaña no pase nada realmente grave y la lógica y el sentido común actúen en el electorado proporcionándole el apoyo que ellos mismos se han ganado con su acción de gobierno. Conforme más memoria tenga el votante, menos posibilidades tendrá de orientar su voto a su partido. Sin embargo, ya se sabe en la sociedad mediática la memoria es cosa del pasado y la actualidad instaura una dictadura de la que es difícil salvarse.