En España existe un justificado debate en torno a los
sondeos preelectorales y si fallan dichas encuestas, es decir, si sirven para
algo y está justificado el inmenso gasto que generan. A continuación vamos a reflexionar sobre la fiabilidad de las encuestas de intención de voto.
En general, una encuesta supone un instrumento de medición de la
opinión pública es fiable en la medida que, su aplicación por distintos
investigadores, debe producir los mismos resultados con un leve margen de error
entre las distintas mediciones. Por ejemplo, una báscula es un instrumento de
medida fiable siempre que, independientemente de la persona que realice la
medición, se obtenga el mismo resultado con un leve margen de error entre cada
una de las mediciones realizadas. En este sentido, las encuestas que cuentan
con una buena metodología de extracción de datos y una muestra considerable
suelen ser muy fiables. Difícilmente se pueden encontrar encuestas que cuenten
con una buena metodología de extracción de datos y que ofrezcan una gran
disparidad de resultados respecto a la intención directa de voto (voto declarado). Probablemente, en el caso especial de las encuestas de intención de voto, los aparentes problemas de
fiabilidad sean derivados
de los problemas de las estimaciones de resultados, lo
que se conoce coloquialmente como "cocina de datos"
Las encuestas de intención de voto son un caso especial de estudio
dentro de los sondeos de opinión pública porque presentan un problema de
validez en sus resultados, derivados de la “no respuesta” o voto indeciso (voto
oculto). En España, la media del voto no declarado oscila sobre el 40% del total de la muestra,
lo que obliga a realizar estimaciones estadísticas al respecto para intentar
calcular la previsión del resultado electoral. En la mayoría de los casos, la
fórmula por la que se calcula el voto es secreta. Es decir, se crea un contexto en el que es difícil distinguir los resultados que provienen de estudios rigurosos de otros que no lo son, debido a una falta de información generalizada sobre la ficha técnica o la estimación de resultados empleados en cada estudio.
Esta situación redunda en la pérdida de confianza generalizada de la población sobre un importante instrumento de investigación social destinado a medir el grado de apoyo de cada facción política entre la población. Este hecho, fundamentalmente, se debe a que algunos estudios responden a intereses políticos y económicos en la divulgación de sus resultados más que a criterios científicos al respecto.
A grandes rasgos, se podría decir que en España se realizan dos tipos de encuestas preelectorales:
a)
Las que cumplen los principios metodológicos con el mayor rigor posible donde se muestran
los datos completos de la ficha técnica y la matriz de imputación del voto.
b)
Las que no cumplen con el debido rigor metodológico y ofrecen poca
o ninguna información sobre su ficha técnica o la forma en la que se ha
realizado la estimación final de la intención de voto.
Cuando no se ofrecen datos sobre la elaboración de la encuesta y
su ficha técnica, no sólo hay que sospechar de que el estudio no responda
a las medidas metodológicas necesarias para que pueda ser calificado como tal,
sino que pueden albergar la intención de manipular y movilizar al electorado en un sentido predeterminado.
En este sentido las encuestas realizadas por instituciones
públicas de reconocido prestigio, como el CIS, poseen una metodología o “protocolo”
de extracción de datos de elevada calidad frente a la mayor parte de los
sondeos de intención de voto realizados en nuestro país.
A diferencia del CIS, la mayor parte de los sondeos preelectorales
que se realizan en España son encuestas de tipo telefónica. Las encuestas telefónicas suelen utilizar el listado de la guía de teléfonos fijos para poderacceder a la muestra y, por tanto, redunda en que, por distintos problemas,sólo pueden localizar aproximadamente a un 30% de la población de estudio. A su
vez, de este aproximadamente 30%, parece que responden un 16% de las personas
encuestadas lo que redunda en un posible sesgo de la muestra. Por tanto, debido
a problemas metodológicos, muchas de estas encuestas cubren o a una escasa
parte de la población que pretenden representar en sus resultados.
Según manuales y estudios de varios autores al respecto, las encuestas realizadas presencialmente ofrecen una disparidad de resultados entre sí mucho menor que la diferencia de resultados que se puede observar entre las encuestas que se han realizado telefónicamente (CATI, Computer Assited Telephone Interview). Evidentemente, las encuestas que cuentan con entrevistas personales son más caras que las que se realizan telefónicamente.
En este aspecto, la mayor parte de las instituciones académicas de reconocido prestigio, cuentan con una metodología de extracción de la muestra de tipo estadística (para que sea representativa de la población de estudio), una nutrida muestra de estudio (igual o superior a 1.200 casos, que suele permitir fraccionar los datos conservado la representatitividad estadística de los mismos), una nutrida red de puntos de muestreo (tanto en ámbitos rurales como urbanos) y una administración de cuestionarios de tipo presencial que ayude a reducir problemas de sesgo en la localización de la muestra. Harina de otro costal es el cálculo de la estimación de voto que realiza el CIS con los resultados de sus propios sondeos de intención de voto. Si bien el CIS ofrece una alta fiabilidad en la metodología de producción de datos y una exhaustiva ficha técnica en cada encuesta, la manera en la que el CIS cocina la predicción de los resultados es prácticamente secreta.
A pesar de las diferencias
metodológicas entre las encuestas presenciales y las que se realizan
telefónicamente, parece que se continúan realizando sondeos de intención de voto mediante
encuesta telefónica porque, además de requerir un menor tiempo y coste económico en su elaboración, en muchas
ocasiones, dichas encuestas pueden llegar a clavar la predicción del resultado
electoral con mayor exactitud que otras encuestas que cuentan con mayor rigor
metodológico y financiación en la elaboración de las mismas. Este hecho puede deberse a la
pericia del investigador principal (IP) o responsable del estudio a la hora de
calcular el voto oculto y estimar el cómputo total del mismo. En este sentido, a
riesgo de perder o ganar credibilidad en los resultados de cada estudio, es
respetable que en cada empresa privada de sondeos electorales decidan si
quieren hacer pública su fórmula de estimación del voto.
Sin embargo, es bastante cuestionable que el CIS, siendo una
entidad pública, trabaje con una fórmula privada en la estimación final del voto. Por otra parte, también es bastante cuestionable que en los
medios de comunicación se publiquen resultados de encuestas en las que no se
describa la ficha técnica o la fórmula de estimación del voto. Esta situación de
desinformación respecto a las fichas técnicas y fórmulas de estimación del voto, en muchos de los estudios publicados en los diferentes medios de comunicación,
dificulta en gran medida a los lectores poder discernir entre un estudio de
intención de voto riguroso de otro que no lo sea.
Pensamos que esta situación podría mejorarse si las distintas
empresas de sondeos preelectorales comnpelentaran su metodología combinando
entrevistas presenciales con entrevistas telefónica, además de ofrecer todo tipo
de datos sobre la ficha técnica y una
descripción detallada de las operaciones realizadas para estimar el voto a la hora de publicar los resultados en medios de comunicación.
Difícilmente encontraremos un estudio riguroso que no se acompañe con una buena
descripción de la ficha técnica del estudio y, algún tipo de referencia sobre la ponderación o imputación de datos que se ha realizado, el cálculo final de la intención de voto atribuida a cada partido político en cuestión.
Un conocimiento científico es universal, comunicable y replicable.
Los sondeos electorales que no describen detalladamente la metodología y las operaciones
necesarias para poder replicar los resultados de los mismos, a priori, no deberían ser considerados como estudios de tipo científico.
También sería interesante que CIS hiciera accesible los microdatos junto la publicación
del avance de resultados y la matriz de imputación del voto de cada encuesta
preelectoral, para que los investigadores interesados pudieran replicar y
validar los resultados emitidos por la institución pública del CIS.
En resumen:
En resumen:
La falta de información sobre las respectivas fichas técnicas y
las fórmulas de estimación de resultados facilita que sean publicados estudios
rigurosos junto a otros que no lo son.
Para resolver esta situación, los medios de comunicación, a la
hora de publicar resultados que provienen de sondeos electorales, deberían
plantearse adoptar algunas medidas editoriales análogas a las revistas académicas
exigiendo información sobre la ficha
técnica de cada estudio y las matices o fórmulas de imputación del voto.
El Taller de AV by Antonio M. Pérez Flores y Víctor M. Muñoz Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.
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Ninguna de las encuestas en nuestro país son fiables.
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