miércoles, 29 de abril de 2015

A propósito de Ciudadanos y la derecha política española actual

Los que nos dedicamos a estudiar/comprender desde la izquierda la política y los partidos -empresa algunas veces infinta e inasible- muchas veces tratamos desde un cierto hálito de superioridad a la derecha. Bien sea por su excesivo celo en lo tradicional, en el nacionalcatolicismo, en el mantenimiento del statu quo, o cualquier otra expresión, la derecha tiene sus debilidades, como también las tiene la izquierda. Sin embargo, la derecha siempre ha tenido un "plan" para el futuro político y no cae en la tentación del presentismo, por el que siempre ha abogado la izquierda, cuya preocupación siempre estaba en el día a día, impidiendo hacer planes a medio o largo plazo.


Consideremos -y hay datos que lo avalan- que la derecha política y sus órganos de pensamiento sí preparan el futuro, dado que tienen tiempo y recursos para enfrentarse a cualquier contingencia presente, sin que afecte al futurible sustancialmente. Es por ello que la gestación, crecimiento y éxito de Ciudadanos como formación política tenga mucho de esto. Como ya ocurriese en la última legislatura del ex-presidente González, los casos de corrupción en el gobierno y en cargos electos del partido están siendo una importante lacra y, como entonces, ya se sabe que probablemente pasen una importante factura electoral al partido que los alberga. En el caso del Partido Popular actual también lo es. La pléyade de casos de corrupción generalizada, los latrocinios y prevaricaciones cometidos, aderezados con los escándalos de financiación ilegal y pagos en negro son claros ejemplos de esta situación. En el seno del PP van empezando a pensar que la factura puede ser importante, pero no quieren aventurar nada antes de comprobar de nuevo -como ya lo hicieron en las elecciones andaluzas- que el correctivo electoral será muy fuerte. No obstante, los think tanks de la derecha ya han descontado -como se hace frecuentemente en los índices bursátiles- esta pérdida antes de que suceda. De ahí que, siguiendo sabiamente el argumentario de Schumpeter en el que la democracia se considera bajo el prisma del mercado, se hayan posicionado con fuerza en un nuevo nicho de mercado. Nos referimos al segmento de mercado de los partidos emergentes. Su nuevo producto en el mercado es Ciudadanos.

Aprovechando la mayor fortaleza de la derecha política española que es su unidad, proponen una alternativa a los votantes de derechas que consideran que su voto no puede ir al Partido Popular. Ciudadanos es un partido nuevo, cuya identidad ideológica se mantiene bajo un tupido velo, pero que todo el mundo puede evaluar como partido de la nueva derecha, menos recalcitrante -por lo menos en apariencia-, más descafeinada ideológicamente y más apegada al pragmatismo, pero, sobre todo, menos lastrada por la corrupción. De modo que Ciudadanos está creado para absorber todo el conjunto de votantes de derecha que consideran inadmisible que su voto vaya al Partido Popular, y -al mismo tiempo- para obtener votantes de la nueva masa indignada, ante el panorama propuesto por los partidos tradicionales. Como resultado final, encontramos que la derecha política" no tira ningún voto a la basura", puesto que se sitúa en una posición fuerte de mercado en el ámbito de los productos tradicionales con su marca PP, y tampoco rechaza ocupar una posición de preminencia/alternativa en el nuevo escenario de mercado de los partidos emergentes de la nueva política. Después veremos como las nuevas ovejas vuelven al rebaño, con el apoyo en las políticas llevadas a cabo por el partido actualmente en el gobierno.


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martes, 14 de abril de 2015

Lo proteico de los partidos de izquierda en España


La capacidad de mutabilidad y transformación de los partidos de izquierda en España es su principal seña de identidad.

Amén de absorciones, desapariciones y demás avatares de la vida de los partidos, la sustanciación se materializa en su constante cambio, tanto en la propia actividad política, como en sus argumentarios.

 Dejando de lado los partidos de izquierda nacionalista, que serán objeto de una nueva entrada en el blg que nos ocupa, el espectro político de la izquierda en España ha sufrido importantes cambios en estos últimos años. La irrupción de la ciberpolítica y de un partido que se encuentra como pez en el agua en este contexto es un escenario cuya explicación resulta inexcusable.

 En primer lugar, se muestra el PSOE como partido político decano en el sistema político español y que desde su fundación ha ido caminando por distintas coyunturas, que le han llevado desde la oposición al gobierno, de la dictablanda a la república, pasando por la transición y la última restauración propiciada por él mismo, como partido dinástico.


Como es obvio existe una gran diversidad de formas de actuación y de idearios políticos, no obstante, y aunque ahora parezca del todo olvidada la tradición republicanista y su vocación socialdemócrata han sido sus señas de identidad. No es de extrañar que, dentro del propio, partido existan lo que viene definiéndose como distintas sensibilidades (monárquicos, republicanos, descentralizadores, centralistas, católicos, laicistas y así un largo etcétera) que son lo verdaderamente genuino de este partido. Es decir, incluye en su seno a partidarios de opciones incluso diametralmente opuestas, pero que desaparecen cuando todo converge en la búsqueda de la equidad y el progreso logradas por el Estado de bienestar.

En segundo lugar, está situada la izquierda comunista -muchas veces denominada la verdadera izquierda, por contraposición a la socialdemocracia, considerada una ideología traidora a los postulados de la izquierda- con sus múltiples imágenes generadas a lo largo de su existencia. Bien es conocido que en España el Partido Comunista nace de una escisión del PSOE, pero esto es una situación particular de nuestro caso. Salvo algunas experiencias en el ámbito del gobierno, enmarcadas dentro de los gobiernos de la Segunda República y tras un arduo debate interno, su papel en el sistema político siempre ha sido secundario. No obstante, dentro de su imaginario colectivo -engrandecido gracias a su actividad política interna dentro de la clandestinidad en la época franquista- este rol nunca les ha satisfecho. Su objetivo siempre fue consolidarse como el primer partido del espectro de la izquierda, dado que son los verdaderos representantes de la ideología proletaria.

Desde antes de la transición los análisis de los expertos (sobre todo de J. J. Linz) les auguraban una buena representación en el futuro político en base a representación parlamentaria, pero estos vaticinios no se tornaron realidad. Esto produjo que se ampliase un sentimiento muy profundo de frustración, en el que se contemplaba una clara suplantación de su hegemonía por parte de un partido "de diseño" como el PSOE. Los distintos dirigentes del PCE, pero especialmente Julio Anguita, siempre tuvieron un claro objetivo político, que era la superación del PSOE, conocido como sorpasso. No obstante, previamente hubo que reinventarse tras la caída del comunismo soviético y de ahí que surgiera la enésima conversión del PCE para solaparse bajo las siglas de Izquierda Unida, y así de paso agenciarse en algunas comunidades el sobrenombre de "Los Verdes".

 El verdadero adversario político para Izquierda Unida (bajo la dirección del PCE) era el PSOE, por las razones esgrimidas con anterioridad y por eso se puso en marcha uno de los fenómenos más infames de la contemporánea historia política de nuestro país, es decir, la pinza. Situación mediante la cual los intereses de Izquierda Unida se identificaban completamente con la derecha política del país, propiciando situaciones valleinclanescas en contra del PSOE. Sin embargo, esta apuesta no les produjo los resultados esperados, de ahí que la estrategia de las dos orillas anguitiana pasara a un segundo plano.

Aunque todavía existen situaciones actuales, no por ello menos válidas, en las cuales se reproduce este tipo de actitudes cainíticas, por ejemplo en el gobierno del Partido Popular de la Junta de Extremadura, auspiciado por los representantes de Izquierda Unida en el parlamento extremeño. Quizá cabría comentar que este caso es un "tamayazo anguitiano", dado que en el confluyen el odio profundo hacia el PSOE-Extremadura, con unos intereses particulares (ya se irán viendo en el futuro cuando abandonen las responsabilidades públicas) de los dirigentes autonómicos de Izquierda Unida de Extremadura, cuya actitud fue sancionada por la dirección nacional, aunque hacia la misma se hicieran oídos sordos.

Si nos atenemos a la tendencia observada en los resultados electorales de la Coalición observamos que está en claro declive. Uno de sus feudos más tradicionales, Andalucía, ha visto menguada su representación política en los últimos comicios, reduciéndose a niveles muy inferiores al proceso electoral anterior, mediante el que incluso tuvieron la oportunidad de gobernar con el PSOE-A.

 Las explicaciones electorales y políticas pueden ser varias, pero el hecho es que gran parte de su electorado ha ido a parar a Podemos o al Partido Socialista de Andalucía. En la actualidad, la federación de izquierda está enfrascada en un profundo fenómeno de renovación en los cargos de dirección, pero como consecuencia de los distintos actos en los cuales se han ido diluyendo, cambiando, transfugando (si es que se puede decir así) los distintos candidatos, todo parece indicar que la derrota en la próxima contienda electoral es casi segura.

Por último, apuntamos al  recién llegado a la arena de conflicto en el seno de la izquierda, Podemos. Aunque su marcado carácter ambiguo no explicite públicamente su ubicación ideológica, siendo sustituida por otra más afín a sus intereses que implica el arriba (casta) y abajo (ciudadanos). Pero dejando de lado la cuestión de la ambigüedad, Podemos puede catalogarse como una formación política ideológicamente de izquierda.

Por un lado, por la trayectoria de sus dirigentes y por otro  la apuesta por la sustitución del statu quo actual por otro alternativo. Este partido nace de la focalización política y electoral del Movimiento del 15-M y tiene una vocación muy marcada por la organización horizontal y asamblearia (denominación sustituida por los círculos). No obstante, eso fue así hasta que la organización política echó a andar. Tras los sorprendentes resultados de las elecciones europeas en las que cosechó la extraordinaria cifra de 5 eurodiputados, la tendencia no ha seguido esta tónica.

Por una parte, por las enormes expectativas depositadas en las elecciones andaluzas, las cuales no se convirtieron en resultados potentes, y el excesivo seguimiento mediático de sus diferencias internas (listas oficiales y de los críticos, así como cuestiones fiscales que afectan a sus dirigentes) está desinflando el fenómeno Podemos. Queremos referirnos con esto a que en las elecciones municipales han decidido no concurrir con estas siglas y lo harán bajo una pléyade de denominaciones, así como en las elecciones autonómicas.

 La facción menchevique y su contraria bolchevique, además del mimetismo demostrado por la dirección nacional del partido respecto a la ubicación de los candidatos y los procesos internos de primarias son elementos que juegan en contra de sus intereses electorales. Lo que sí se ha demostrado es que, aunque salen a ganar en todas la contiendas, los resultados no tienen porque coincidir con las expectativas. De modo que el resultado de la irrupción de Podemos es la fagocitación casi total de Izquierda Unida en los próximos comicios al Congreso de los Diputados.

Los integrantes de Podemos que han huido de la quema de Izquierda Unida, que ahora son más papistas que el papa -como todo buen converso- no tienen nada claro si no han abandonado un barco en hundimiento para arribar a un barco remolcado (de nuevo parece que volverán a ser secundarios).

 Podemos todavía tiene una oportunidad histórica y es conseguir que no vea un enemigo dentro de sus filas, es decir, que la colaboración con el PSOE es la única que garantiza una izquierda política con potencialidades ganadoras en las próximas elecciones nacionales.

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Sociología y Política en la red

jueves, 2 de abril de 2015

Son fiables las encuestas de intención de voto?


En España existe un justificado debate en torno a los sondeos preelectorales y si fallan dichas encuestas, es decir, si sirven para algo y está justificado el inmenso gasto que generan. A continuación vamos a reflexionar sobre la fiabilidad de las encuestas de intención de voto. 


En general, una encuesta supone un instrumento de medición de la opinión pública es fiable en la medida que, su aplicación por distintos investigadores, debe producir los mismos resultados con un leve margen de error entre las distintas mediciones. Por ejemplo, una báscula es un instrumento de medida fiable siempre que, independientemente de la persona que realice la medición, se obtenga el mismo resultado con un leve margen de error entre cada una de las mediciones realizadas. En este sentido, las encuestas que cuentan con una buena metodología de extracción de datos y una muestra considerable suelen ser muy fiables. Difícilmente se pueden encontrar encuestas que cuenten con una buena metodología de extracción de datos y que ofrezcan una gran disparidad de resultados respecto a la intención directa de voto (voto declarado). Probablemente, en el caso especial de las encuestas de intención de voto, los aparentes problemas de fiabilidad  sean derivados de los problemas de las estimaciones de resultados, lo que se conoce coloquialmente como "cocina de datos"


Las encuestas de intención de voto son un caso especial de estudio dentro de los sondeos de opinión pública porque presentan un problema de validez en sus resultados, derivados de la “no respuesta” o voto indeciso (voto oculto). En España, la media del voto no declarado  oscila sobre el 40% del total de la muestra, lo que obliga a realizar estimaciones estadísticas al respecto para intentar calcular la previsión del resultado electoral. En la mayoría de los casos, la fórmula por la que se calcula el voto es secreta. Es decir, se crea un contexto en el que es difícil distinguir los resultados que provienen de estudios rigurosos de otros que no lo son, debido a una falta de información generalizada sobre la ficha técnica o la estimación de resultados empleados en cada estudio. 

Esta situación redunda en la pérdida de confianza generalizada de la población sobre un importante instrumento de investigación social destinado a medir el grado de apoyo de cada facción política entre la población.  Este hecho, fundamentalmente, se debe a que algunos estudios responden a intereses políticos y económicos en la divulgación de sus resultados más que a criterios científicos al respecto. 

A grandes rasgos, se podría decir que en España se realizan dos tipos de encuestas preelectorales:

a)      Las que cumplen los principios metodológicos  con el mayor rigor posible donde se muestran los datos completos de la ficha técnica y la matriz de imputación del voto.

b)      Las que no cumplen con el debido rigor metodológico y ofrecen poca o ninguna información sobre su ficha técnica o la forma en la que se ha realizado la estimación final de la intención de voto. 

Cuando no se ofrecen datos sobre la elaboración de la encuesta y su ficha técnica,  no sólo hay que sospechar de que el estudio no responda a las medidas metodológicas necesarias para que pueda ser calificado como tal, sino que pueden albergar la intención de manipular y movilizar al electorado en un sentido predeterminado.


En este sentido las encuestas realizadas por instituciones públicas de reconocido prestigio, como el CIS, poseen una metodología o “protocolo” de extracción de datos de elevada calidad frente a la mayor parte de los sondeos de intención de voto realizados en nuestro país.

A diferencia del CIS, la mayor parte de los sondeos preelectorales que se realizan en España son encuestas de tipo telefónica. Las encuestas telefónicas suelen utilizar el listado de la guía de teléfonos fijos para poderacceder a la muestra y, por tanto, redunda en que, por distintos problemas,sólo pueden localizar aproximadamente a un 30% de la población de estudio. A su vez, de este aproximadamente 30%, parece que responden un 16% de las personas encuestadas lo que redunda en un posible sesgo de la muestra. Por tanto, debido a problemas metodológicos, muchas de estas encuestas cubren o a una escasa parte de la población que pretenden representar en sus resultados.

Según manuales y estudios de varios autores al respecto, las encuestas realizadas presencialmente ofrecen una disparidad de resultados entre sí mucho menor que la diferencia de resultados que se puede observar entre las encuestas que se han realizado telefónicamente (CATI, Computer Assited Telephone Interview). Evidentemente, las encuestas que cuentan con entrevistas personales son más caras que las que se realizan telefónicamente.

En este aspecto, la mayor parte de las instituciones académicas de reconocido prestigio, cuentan con una metodología de extracción de la muestra de tipo estadística (para que sea representativa de la población de estudio), una nutrida muestra de estudio (igual o superior a 1.200 casos, que suele permitir fraccionar los datos conservado la representatitividad estadística de los mismos), una nutrida red de puntos de muestreo (tanto en ámbitos rurales como urbanos) y una administración de cuestionarios de tipo presencial que ayude a reducir problemas de sesgo en la localización de la muestra. Harina de otro costal es el cálculo de la estimación de voto que realiza el CIS con los resultados de sus propios sondeos de intención de voto. Si bien el CIS ofrece una alta fiabilidad en la metodología de producción de datos y una exhaustiva ficha técnica en cada encuesta, la manera en la que el CIS cocina la predicción de los resultados es prácticamente secreta. 


A pesar de las diferencias metodológicas entre las encuestas presenciales y las que se realizan telefónicamente, parece que se continúan realizando sondeos de intención de voto mediante encuesta telefónica porque, además de requerir un menor tiempo y coste económico en su elaboración, en muchas ocasiones, dichas encuestas pueden llegar a clavar la predicción del resultado electoral con mayor exactitud que otras encuestas que cuentan con mayor rigor metodológico y financiación en la elaboración de las mismas. Este hecho puede deberse a la pericia del investigador principal (IP) o responsable del estudio a la hora de calcular el voto oculto y estimar el cómputo total del mismo. En este sentido, a riesgo de perder o ganar credibilidad en los resultados de cada estudio, es respetable que en cada empresa privada de sondeos electorales decidan si quieren hacer pública su fórmula de estimación del voto.   

Sin embargo, es bastante cuestionable que el CIS, siendo una entidad pública, trabaje con una fórmula privada en la estimación final del voto. Por otra parte, también es bastante cuestionable que en los medios de comunicación se publiquen resultados de encuestas en las que no se describa la ficha técnica o la fórmula de estimación del voto. Esta situación de desinformación respecto a las fichas técnicas y fórmulas de estimación del voto, en muchos de los estudios publicados en los diferentes medios de comunicación, dificulta en gran medida a los lectores poder discernir entre un estudio de intención de voto riguroso de otro que no lo sea.

Pensamos que esta situación podría mejorarse si las distintas empresas de sondeos preelectorales comnpelentaran su metodología combinando entrevistas presenciales con entrevistas telefónica, además de ofrecer todo tipo de datos sobre la ficha técnica y una descripción detallada de las operaciones realizadas para estimar el voto a la hora de publicar los resultados en medios de comunicación. Difícilmente encontraremos un estudio riguroso que no se acompañe con una buena descripción de la ficha técnica del estudio y, algún tipo de referencia sobre la ponderación o imputación de datos que se ha realizado, el cálculo final de la intención de voto atribuida a cada partido político en cuestión.  

Un conocimiento científico es universal, comunicable y replicable. Los sondeos electorales que no describen detalladamente la metodología y las operaciones necesarias para poder replicar los resultados de los mismos, a priori, no deberían ser considerados como estudios de tipo científico. 

También sería interesante que CIS hiciera accesible los microdatos junto la publicación del avance de resultados y la matriz de imputación del voto de cada encuesta preelectoral, para que los investigadores interesados pudieran replicar y validar los resultados emitidos por la institución pública del CIS.

En resumen: 


La falta de información sobre las respectivas fichas técnicas y las fórmulas de estimación de resultados facilita que sean publicados estudios rigurosos junto a otros que no lo son.


Para resolver esta situación, los medios de comunicación, a la hora de publicar resultados que provienen de sondeos electorales, deberían plantearse adoptar algunas medidas editoriales análogas a las revistas académicas exigiendo información  sobre la ficha técnica de cada estudio y las matices o fórmulas de imputación del voto.  


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