lunes, 16 de febrero de 2015

PSOEMOS: de la vieja y la nueva política

Existe un consenso -casi unánime en estos tiempos que corren- orientado hacia considerar necesario romper con los principios de la vieja política. Este estilo de hacer política está en las antípodas de lo que actualmente se considera nueva política. Esta antinomia hace referencia a modelos antiguos y nuevos tanto en el propio devenir de las organizaciones políticas, como en su forma de actuar de cara a la opinión pública y a los individuos que conforman dichas asociaciones.

Se puede poner como ejemplos a los dos partidos que están fundidos en el título de esta entrada PSOE y Podemos. El primero de ellos es el más fiel exponente de lo que hemos convenido en llamar vieja política. El PSOE es el partido más antiguo hoy día activo. Desde su fundación (1879) lleva tras sus espaldas una nutrida historia llena de personajes, proceso y transformaciones que han marcado su existencia, y que continuarán haciéndolo. No osbstante, la tradición del PSOE obliga y cualquiera que sea la persona que rija sus destinos, no puede ignorarla ni para bien, ni para mal. Su forma de funcionamiento sigue escrupulosamente los dictados de una organización partidista de otro tiempo y aunque quiera adaptarse, las resistencias al cambio suelen ser la nota dominante tanto en la organización, como en los militantes.

La estrategia de comunicación política del PSOE pasa por la utilización del discurso del partido -con las lógicas discrepancias propias de la izquierda y los propios intereses de las distintas familias políticas y cargos que integran el partido- y una lógica basada en la preponderancia de la organización por encima de las personas. En este sentido, las estrategias de liderazgo que pueden desarrollar los distintos Secretarios Generales pueden tener diferencias. La difusión del mensaje del partido es aplicada mediante los medios de comunicación y la utilización de los mecanismos institucionalizados de la opinión publicada. La política mediatizada es la mejor definición que podemos encontrar.

Por otra parte, el posicionamiento ideológico de la organización es claro, pese a que las contingencias de la vida política hagan que la reubicación y la readaptación sean la mejor definición de lo que se conoce como socialdemocracia. Su discurso viene marcado por una tradición de gobiernos ocupados por el partido y una posición continuista y partidaria del statu quo, basado en el sistema político bipartidista.

En el otro extremo nos encontramos a Podemos, movimiento social materializado en organización política y marcado por los nuevos tiempos. Su tendencia es claramente divergente al PSOE en relación a su forma de estructuración interna y sus estrategias de visibilización en la esfera pública. Sin embargo, y fruto de los orígenes de ambos existe una clara lógica de carácter personalista, que en el caso de Podemos se acentúa en torno a la figura de su mediático líder, Pablo Iglesias.

Su estrategia partidista se basa en obviar una serie de posicionamientos político-ideológicos, dejándolos aparcados en pos de los verdaderos objetivos programáticos y pragmáticos, es decir, ganar las elecciones y tomar el poder. Sufren un constante ataque por parte de sus contrincantes políticos basado en su ambiguedad en temas de gran calado. Al no pronunciarse sobre estos y otros aspectos dan pie a la reiteración en dichos contraargumentarios. Quizá cabría pensar que es una estrategia perfectamente orquestada, que implica no destaparse antes de tiempo por miedo a sufrir una merma electoral. Su discurso reproduce una concepción social basada en la dicotomía casta-no casta y percibe la indignación ciudadana como el leit-motiv de su existencia. Como siempre han repetido, si hemos captado el origen de la indignación darle respuesta es fácil, y focalizar el descontento en perspectivas de esperanza y cambio es nuestra tarea. No obstante, el devenir de la vida política hace que los discursos se vacien instantáneamente si luego no tienen un correlato real.

Las técnicas de difusión de ideas y de transmisión del ideario del partido se establecen en base a la ciberpolítica puesto que la convocatoria masiva de grandes reuniones y actos electorales no están entre sus formas predilectas de comunicación política. El escenario virtual y la mediatización de su mensaje, además de la repetición machacona de ideas muy marcadas y sin fisuras son sus estrategias preferidas. Los responsables de propaganda tienen la lección bien aprendida, y sus mecanismos ya han sido testados en otros escenarios para evaluar su eficacia. Pero, para que Podemos sea una realidad más allá de la ciberpolítica tiene que definirse, marcarse políticamente y eso requiere situarse, pese a que eso haga que un porcentaje de posibles votantes se aleje.

Hace unos días leí una crítica mordaz hacia la socialdemocracia que la tildaba de tenue y chabacana al querer picotear en todos los graneros de votos haciendo gala de los peores augurios de derechización, pero ¿qué miedo hay en definirse como partido de izquierda? ¿Por qué no abandonar la cuestión del privilegio o ausencia de él, como elemento conductos de su mensaje? Esta consideración fue propuesta por Marx, pero la realidad social que se desarrolló con el sistema capitalista fragmentó todo posible intento de creación de dicotomías al uso.

El poder siempre trata de esconderse y en la sociedad actual puede hacerlo en múltiples escondrijos. Concluyo con una reflexión en modo interrogativo, ¿no será que las diferencias entre los viejos y nuevos partidos de izquierda son las formas de comunicación política y la forma de transmisión de sus ideas, mientras que los discursos son tremendamente convergentes?

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El Taller de AV by Antonio M. Pérez Flores y Víctor M. Muñoz Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Nacionalismo: la ambigüedad de Podemos

En los tiempos que corren en España la indefinición en materia de la estructura del Estado en un partido político no es una buena alternativa. En el caso de Podemos se observa dicha situación. Hemos oido por boca de los distintos dirigentes del nuevo partido una cosa y otra respecto a este tema. Es decir, Podemos se sitúa a favor del derecho a decidir de los catalanes y defendiendo el derecho de autodeterminación de los pueblos como materialización de la Carta de los Derechos Humanos, no obstante, también se oyen voces que los sitúan en la ambigüedad a la hora de definirse en este aspecto. Se puede discrepar de la opinión vertida por Félix Ovejero en una entrevista concedida a la revista El viejo topo en la que sostiene que no se puede ser de izquierda y nacionalista a la vez

Quizá sea esta opción por la que se abogue desde Podemos. Ya viene siendo una constante desde hace unos años la emergencia de un debate teórico, que como siempre tendrá efectos sobre la práctica y el discurso político, en torno a la existencia, vigencia y plasmación de un nacionalismo español de izquierdas. A dicho desarrollo ha contribuido notablemente la sabia línea marcada por Ramón Cotarelo en su blog Palinuro, donde ha dedicado numerosas entradas a este tema intentado aclarar, remarcar, perfilar y diferenciar el nacionalismo español desde la óptica de la izquierda española

La ambigüedad mostrada por Podemos es totalmente fundada, dado que su interés es ganar las elecciones a nivel nacional. Los que se dedican a la confección de la parte ideológica del nuevo partido -uno en el que este papel está fundamentado- se decantan por la formulación del nacionalismo español de izquierdas y dejan el debate sobre la posible secesión de Cataluña o de cualquier otro territorio que integra España, para más adelante debido a que la victoria electoral es el único leit motiv en estos momentos, de ahí la indefinición y la huida hacia adelante cuando se les cuestionan sobre este asunto. Pero recuérdese que este punto no es cuestión baladí, de tal manera que no se debe dilatar mucho esta plasmación ideológica y programática. Otra cosa es que en base a esta futura definición se establezcan nuevas críticas por parte de los partidos dinásticos y sus medios afines.